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Pero volviendo á las chimeneas, nosotros las hacemos en el macizo de las pare-
des , y sacamos sus cañones por encima del tejado para que salga el humo. En esto debemos advertir que los cañones no sean muy anchos ni muy angostos; porque si son anchos vagando el ayre por ellos, revocará el humo hacia baxo sin dexarlo salir fuera libremente: y en los demasiado angostos, no teniendo el humo sa-
lida holgada y libre, se atascará y retrocederá abaxo.
Asi, en las chimeneas de los
aposentos no se deben hacer los cañones menos anchos de medio pie, ni mas de nueve pulgadas: y largos serán dos pies y medio.
La boca superior de la campana á la
entrada del cañón se hará algo mas angosta, á fin de que si el humo retrocediese
abaxo, lialle aquel impedimento, y no pueda volver á la chimenea y piezas. Algunos
hacen torcidos estos cañones para que por aquella tortuosidad y por el fuego que impele hácia lo alto no pueda volver atras el humo.
Los despedideros por donde se va
el humo deben ser anchos, y distantes de toda materia combustible. Los postes sobre que sienta la campana de la chimenea deben estar laboreados delicadamente, y totalmente distantes de lo rústico, no correspondiendo la obra rústica sino á edificios
muy grandes por las razones ya dichas.
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